jueves, 3 de enero de 2013

Nami

Nami canaliza las energías del océano, abrazando las propiedades reconstituyentes místicas del agua y controlando el poder de las mismísimas mareas. Aunque muchos dudaban de ella, Nami tuvo el valor y la determinación para afrontar una difícil misión cuando nadie más se atrevía a hacerlo. Ahora, su pueblo cree que ella es la Invocadora de Mareas, la elegida que está destinada a completar una misión fundamental para la supervivencia de toda su raza.

El deber sagrado de la Invocadora de Mareas es conseguir una piedra lunar, un poderoso objeto que tan solo se puede encontrar en los lejanos territorios de la superficie. Su pueblo, los Marai, depende de la luz de la piedra lunar para alejar a los terrores de las profundidades. Sin embargo, el poder de la piedra sólo dura cien años. Antes de que su luz se apague, la Invocadora de Mareas debe adentrarse en la Gran Profundidad, recuperar una perla abisal y llevarla a la superficie. Allí, la noche del solsticio de invierno del centésimo año, la Invocadora de Mareas realiza un intercambio ceremonial con un caminante de la superficie que porta una piedra lunar. Al intercambiar la perla por la piedra lunar, la Invocadora de Mareas asegura la supervivencia de los Marai durante otro siglo.


Sin embargo, en la época de Nami, cuando falta poco para que se cumplan los cien años, no ha aparecido ninguna Invocadora de Mareas. Sin una elegida para completar la misión, su pueblo se enfrentaría a un gran desastre, pero los Marai tenían fe en que la Invocadora de Mareas acabaría apareciendo. Nami se negó a esperar sentada e insistió en que alguien tenía que hacer algo al no haber una Invocadora de Mareas que los salvase. Valerosa, decidió llevar a cabo la misión ella misma, adentrándose en solitario en las peligrosas profundidades. Nadie contaba con que sobreviviese, pero tras seis días combatiendo contra terrores inenarrables, Nami regresó con la perla en la mano. Los Marai la consideraron la nueva Invocadora de Mareas. Ahora tan solo quedaba que Nami viajase a la superficie y realizase el intercambio.

Sin embargo, cuando llegó a la superficie, Nami se topó únicamente con una costa vacía. Esperó varios días en una ensenada mística, insegura de qué hacer. En todas las leyendas de las Invocadoras de Mareas, el portador de la piedra lunar siempre aparecía. Nami tuvo que tomar una decisión. Todo cuanto conocía de la superficie eran leyendas y rumores, pero la supervivencia de los Marai dependía de ella. Nami invocó una marea para que la acercase a la costa y comenzó a buscar la piedra lunar, convirtiéndose en la primera de su raza en explorar el mundo que hay por encima del océano. Dejó atrás su hogar y juró que no regresaría hasta haber completado la misión de la Invocadora de Mareas.

“Soy la marea y como tal, no se me puede detener”.
-- Nami





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