jueves, 3 de enero de 2013

Yorick

El trabajo de enterrador es esencial entre los vivos, pero en las Islas de la Sombra es de incalculable valor. La muerte tiene allí muchos matices y, más que temida o despreciada, es aceptada de buen grado. Solo se puede ascender de un estado a otro con la ayuda mágica de un profesional habilidoso. Al final de la primera Guerra Rúnica, Yorick Mori se ganaba la vida como enterrador. Su familia poseía y cuidaba del Memorial del Eterno Descanso, uno de los cementerios más antiguos de Valoran. La pala que usaba en su trabajo se había transmitido de generación en generación. Cada enterrador enseñaba a su hijo que su pala estaba imbuida con los espíritus de todos sus antepasados y que esos espíritus lo protegerían en las largas y solitarias noches que se pasaban entre las lápidas. Para su vergüenza, Yorick murió sin heredero. Era el fin del orgulloso linaje de los Mori. Su cuerpo fue enterrado en el mausoleo de la familia junto con su pala y el Memorial del Eterno Descanso no tardó en quedar en ruinas. Pero la muerte no fue el final que Yorick había esperado.

Emergió en las orillas encantadas de las Islas de la Sombra. No estaba del todo muerto, pero tampoco vivo, y aún agarraba su amada pala. Pronto descubrió que con ella podía trabajar como Caronte para los muertos vivientes de las Islas, ayudándolos a ascender por la larga escalera de la muerte. Esto resultó una maldición, puesto que, según la leyenda, un enterrador debe ''cubrir su cuota'' antes de poder ascender. Nadie sabe qué es ''su cuota''. Yorick siguió cavando incansablemente, esperando en vano el día en que sería libre de su carga. Mientras las décadas se transformaban en siglos, la vergüenza por sus fracasos fue creciendo en su cabeza. Volvió a Valoran en busca de su cadáver, convencido de que la salvación podía estar enterrada con él. Pero al llegar, no quedaba ni rastro del mausoleo ni del Memorial. Y cuando ya casi no le quedaban esperanzas, descubrió la Liga de Leyendas, donde vio la oportunidad de inmortalizar el nombre de su familia, que había dejado caer en el olvido siglos atrás.


''Muere primero y luego hablaremos''.
-Yorick






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