Movida por un intenso instinto asesino, Katarina usa sus talentos como asesina en beneficio de la gloria de Noxus y de la continua elevación de su familia. Aunque su fervor la suele impulsar a realizar hazañas cada vez mayores, en ocasiones puede ser el motivo por el que se aleja del camino.
Ya desde la infancia, Katarina demostró tener un talento natural para el combate. Al ser la hija de un destacado general noxiano, se le abrieron muchas puertas… Pero ella las rechazó todas para seguir la senda de la espada. Katarina fue entrenada por los mejores asesinos de Noxus, siendo su padre el mejor de todos ellos, y no tardaría en recibir su primera misión. La tarea que le encomendaron era tremendamente sencilla: asesinar a un oficial demaciano de baja categoría. Cuando se estaba infiltrando en el campamento enemigo para cumplir con su deber, Katarina se encontró con una oportunidad demasiado jugosa como para desaprovecharla: la llegada de un general demaciano. Lo siguió hasta su tienda, se deshizo silenciosamente de sus guardias y le rebanó la garganta. Katarina desapareció en la noche, satisfecha con su impresionante asesinato. Su euforia desaparecería al día siguiente, cuando su objetivo original, el oficial demaciano, lideró a sus fuerzas en una emboscada a soldados noxianos desprevenidos. Aunque los noxianos lucharon con valentía, sufrieron muchas bajas. Furiosa por su error, Katarina fue a completar su misión original. Regresó al campamento y espió a su objetivo, el cual estaba ahora muy bien protegido. Ya no sería posible llevar a cabo una muerte sigilosa. Katarina desenvainó sus espadas y juró que el oficial moriría a cualquier precio. Saltó al combate, liberando un auténtico torbellino de acero. Uno a uno, los guardias caían entre los destellos de las espadas. Con cada golpe, Katarina estaba un paso más cerca del oficial. El lanzamiento final de una daga le restauraría su honor. Llena de sangre y moratones, Katarina consiguió escapar por un pelo de las fuerzas demacianas para regresar a Noxus totalmente cambiada. La cicatriz que le quedó de esa noche le sirve como recordatorio permanente de que no debe dejar nunca que la pasión interfiera con su deber.
“Nunca cuestiones mi lealtad. Nunca sabrás lo que debo soportar por ella”.
-- Katarina
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