En un mundo lejano donde aún hoy se sigue librando una guerra milenaria, vive una gran heroína, Kayle, la más fuerte de una raza inmortal entregada a combatir el mal allá donde este surja. Kayle lleva diez mil años luchando incansablemente por su pueblo, blandiendo su espada llameante, forjada antes del amanecer de los tiempos. Protegió su esbelto cuerpo con una armadura encantada, la única obra maestra que se conserva de un linaje desaparecido de artesanos. A pesar de que se trata de un ser de asombrosa belleza, nunca muestra su rostro; la guerra ha hecho una gran mella en su ánimo. En su búsqueda de la victoria, intenta rescatar de las redes del mal a las almas descarriadas, pero al final casi siempre se ve obligada a dar descanso eterno a quienes cree que no tienen remedio. Para Kayle, la justicia no siempre es plato de buen gusto.
Hace diez años, Kayle estuvo a punto de ganar su guerra contra el mal, pero su hermana rebelde, Morgana, una paria para su pueblo, se asoció de pronto con unos poderosos aliados: los magos de un mundo hasta ahora desconocido: Runaterra Morgana decidió convertirse en la sierva de distintos invocadores de la Liga de Leyendas de Runaterra a cambio de conseguir nuevas habilidades que, una vez dominadas, le servirían para someter a Kayle y su pueblo. Para salvar su mundo, Kayle no tenía más remedio que pactar con la Liga. Habló con el líder de la Liga, el Alto Consejero Reginald Ashram, y le propuso un trato. Kayle le prestaría sus servicios durante un milenio a cambio de que la Liga no interviniera en su mundo. Después de que Ashram desapareciera hace cinco años, Kayle tiene nuevas misiones en Valoran: averiguar quién o qué provocó la desaparición de Ashram, derrotar a su hermana Morgana en los Campos de la Justicia e implantar su concepto de la rectitud en la Liga de Leyendas.
''En la Liga de Leyendas, la justicia se imparte con premura''.
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