Muy por encima de las nubes del Monte Targon reside una tribu conocida como Rakkor, formada por gentes recias que aún reverencian el combate y la guerra como las formas de arte definitivas. Recuerdan las Guerras Rúnicas de Runaterra y saben que la Liga de Leyendas sólo puede reprimir la creciente marea de violencia por un tiempo. Los miembros de la tribu se crían como guerreros disciplinados y empedernidos, por lo que prefieren luchar contra los soldados noxianos o demacianos sólo cuando se ven superados en proporción de diez a uno. Los guerreros de Rakkor se entrenan no sólo para ser tan letales con las manos como cualquier profesional de las artes marciales, sino también para blandir con fiereza las diversas armas-reliquia de la tribu. Estos tesoros han pasado de generación en generación y han recogido la naturaleza mística de Runaterra en su interior. Estas armas-reliquia se cuentan entre las más peligrosas que existen; así, no es sorprendente que hayan llegado a la Liga de Leyendas de manos de Pantheon.
Este guerrero de rostro pétreo es un modelo para su pueblo y su existencia es un himno de glorificación del arte del combate. A Pantheon le resultó ofensivo que la gente de Valoran estableciera una organización en sustitución de la guerra, dotada de supuestos campeones, pero sin contar con los rakkoranos. Tras pedir la bendición de su tribu y armarse con las reliquias de sus ancestros, ha descendido sobre la Liga para enseñar al mundo lo que es un auténtico guerrero. No le importa contra quién combate y le dan igual la pompa o el prestigio de los campeones de la Liga: él vive sólo para la gloria austera de la batalla. Mientras respire, Pantheon estará sediento de enemigos que derrotar.
''Esperaba que trajesen más refuerzos''.
-- Pantheon, de pie entre los despojos de un batallón noxiano masacrado.
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