En un mundo muy lejano, nació Renekton, miembro de una raza de guardianes bestiales creada para servir a los gobernantes y protectores de su pueblo. Junto a su hermano, Nasus, Renekton se encargaba del cuidado de la Gran Biblioteca, que servía como cámara acorazada del conocimiento ancestral y depósito de las enseñanzas del ciclo de la vida y la muerte. Mientras que el preclaro Nasus enseñaba a los eruditos que acudían a aprender, Renekton ejercía las funciones de guardián de la puerta de la Gran Biblioteca. Poseía la habilidad de sentir la verdadera naturaleza de aquellos que buscaban las enseñanzas de Nasus, y rechazaba a aquellos con ambiciones oscuras. Sin embargo, con el paso del tiempo, su exposición reiterada a este mal acabó infectando su mente. Cada vez estaba más furioso con el mal que habitaba en el corazón de los hombres, y a medida que se sumía más y más en la locura, descubrió que podía sofocar esa furia erradicando el mal de los hombres en los que habitaba. Desgraciadamente, el alivio duraba poco, ya que los sujetos y la “ira del carnicero” (como se la conocería) volvían a aparecer, cada vez con más fuerza.
Consumido por la ira, Renekton se volvió contra el único ser que podría derrotarlo: su propio hermano. Naus le suplico a Renekton que entrase en razón. Al darse cuenta que ya no había redención posible para él, Nasus, abatido, golpeó con valentía a su díscolo hermano. Indefenso, Renekton esperaba con ansia la liberación de la muerte. Nunca llegó. Se salvó cuando los invocadores de la Liga de Leyendas reclamaron a su hermano. Atrapado en el aura de este poderoso hechizo, Renekton se arrastró durante lo que parecieron eones entre dos realidades. Cuando por fin salió de este limbo, cayó en las profundidades de las cloacas de Zaun. Renekton, consumido por la furia, languideció en su nuevo hogar. Su ira lo dejó inconsciente. Y así fue, hasta que, por casualidad, percibió un olor familiar. Creyendo que dicho olor sería su guía hacia el consuelo que se estaba borrando de su memoria, siguió el rastro de su hermano hasta la Academia de la Guerra.
“Mi hermano está vacío. Lleno de ira, pero vacío”.
-- Nasus, conservador de las arenas.
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